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LECTURA 9

  • Foto del escritor: James, Gamer Land.
    James, Gamer Land.
  • 31 oct 2021
  • 1 Min. de lectura

LA TORTUGA Y LA LIEBRE

Había una vez una liebre muy orgullosa y vanidosa, que no

paraba de presumir que ella era el animal más veloz del bosque, y

que se pasaba el día burlándose de la lentitud de una tortuga.

- ¡Eh, tortuga, no corras tanto! Decía la liebre riéndose de la

tortuga.

Un día, a la paciente tortuga se le ocurrió hacerle una inusual

apuesta a la liebre:

- Liebre, ¿vamos hacer una carrera? Estoy segura de poder

ganarte.

- ¿A mí? Preguntó asombrada la liebre.

- Sí, sí, a ti, dijo la tortuga. Pongamos nuestras apuestas y veamos

quién gana la carrera.

La liebre, muy engreída, aceptó la apuesta contra la lenta pero

valiente tortuga.

Así que todos los animales se reunieron para presenciar la carrera.

El búho ha sido el responsable de señalizar los puntos de partida y

de llegada. Y así empezó la carrera:

Astuta y muy confiada en sí misma, la liebre salió corriendo, y la

tortuga se quedó atrás, tosiendo y envuelta en una nube de polvo.

Cuando empezó a andar, la liebre ya se había perdido de vista. Sin

importarle la ventaja que tenía la liebre sobre ella, la tortuga era

constante y seguía su ritmo, sin parar.


La liebre, mientras tanto, confiando en que la tortuga tardaría

mucho en alcanzarla, se detuvo a la mitad del camino ante un

frondoso y verde árbol, y se puso a descansar antes de terminar la

carrera. Allí se quedó dormida, pero la tortuga era perseverante y

tenaz, y seguía a caminando, paso tras paso, lentamente, pero sin

detenerse.

No se sabe cuánto tiempo la liebre se quedó dormida, pero cuando

ella se despertó, vio con pavor que la tortuga se encontraba a tan

solo tres pasos de la meta. En un sobresalto, salió corriendo con

todas sus fuerzas, pero ya era muy tarde: ¡la tortuga había

alcanzado la meta y ganado la carrera!

Ese día la liebre aprendió, en medio de una gran humillación, que

no hay que burlarse jamás de los demás. También aprendió que el

exceso de confianza y de vanidad, es un obstáculo para alcanzar

nuestros objetivos. Y que nadie, absolutamente nadie, es mejor

que nadie.






 
 
 

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